Inversionistas se alistan para nueva ola de estímulos: Alemania y China dan el pitazo inicial
El Bundesbank advirtió que el principal motor de Europa podría caer en recesión en el trimestre en curso, por la caída de producción industrial y de las exportaciones.
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Alemania y China anunciaron ayer que aplicarán medidas de estímulo para impulsar sus economías, en medio de una desaceleración global y del recrudecimiento de las tensiones comerciales.
El primero apunta a inyectar más de US$ 55 millones y el segundo a bajar los costos de los préstamos a empresas que se estén viendo afectadas por la guerra comercial y por la debilidad interna.
Ello, sumado al anuncio de Estados Unidos de que está considerando nuevos recortes tributarios, llevó a los inversionistas a anticipar que se viene una oleada mundial de acciones que permitan hacer frente al debilitamiento.
La discusión se produce poco antes de que los banqueros centrales se congreguen entre el jueves y el sábado en su reunión anual de Jackson Hole, en Wyoming, en medio de mayores señales de que la economía global se está quedando sin impulso.
A fines de la semana pasada, una parte clave de la curva de rendimiento de EEUU se invirtió por primera vez desde 2007, lo que para muchos se traduce en muestra de una eventual y pronta recesión.
Un 34% de los economistas encuestados por la Asociación Nacional para Economía Financiera (NABE, su sigla en inglés), estima que la desaceleración conllevará a la recesión en 2021. En febrero, el sondeo arrojó un 25% de probabilidad. En tanto, un 38% dice que ocurrirá el próximo año.
Estímulos más enérgicos
Las reformas sustanciales en las tasas de interés en la segunda mayor economía del planeta llevan un tiempo ya en curso; sin embargo, ayer el Banco Popular de China (PBoC, su sigla en inglés) decidió aplicar nuevas medidas que entran en vigencia hoy, luego de la publicación de datos que mostraron que la actividad cayó más bruscamente de lo esperado en julio, planteando dudas sobre la necesidad de estímulos más enérgicos y contundentes.
Aunque Beijing ha inyectado grandes volúmenes de liquidez al sistema financiero durante el último año para apuntalar el crecimiento y ha orientado a la baja las tasas a corto plazo, la demanda de préstamos y las nuevas inversiones han sido relativamente moderadas en medio de la caída de la confianza empresarial y una mayor preocupación de los bancos por el aumento de la morosidad.
Con el nuevo mecanismo, el interés de los créditos queda vinculado al tipo preferente de los préstamos lo que, a juicio de Ma Jun, asesor del banco central, debería servir de herramienta de transmisión relativamente fluida de la política monetaria.
Las acciones en China y Hong Kong subieron ante la expectativa de que la iniciativa alivie las presiones de financiamiento de las empresas. El índice referencial chino trepó más de 2%, mientras que el que se ocupa de los emprendimientos -los mayores beneficiarios de tasas más bajas- avanzó 3,5%.
El motor europeo
A más de 7 mil kilómetros de distancia, en el motor productivo de Europa, el gobierno también evalúa acciones para responder a la pérdida de velocidad y evitar que el país caiga en recesión.
El ministro Finanzas de Alemania, Olaf Scholz, aseguró que la nación cuenta con “músculo fiscal” para hacer frente a cualquier crisis y sugirió que el Ejecutivo podría inyectar 50 mil millones de euros (US$ 55.535 millones) de gasto adicional para reactivar la economía, aunque ello suponga un aumento de la deuda pública.
La autoridad admitió que el tema es punto de debate en el Ejecutivo. “Si tenemos un nivel de deuda en Alemania en relación con el PIB por debajo del 60%, es la fortaleza que tenemos que emplear para contrarrestar una crisis”, dijo el ministro.
Scholz recordó que la recesión de 2008 había costado a las arcas germanas precisamente 50 mil millones de euros, por lo que esa era la cantidad a reunir. “Podemos hacerlo”, puntualizó.
El ministro explicó que la primera economía del continente está atravesando una situación complicada principalmente por una demanda externa más débil y por la incertidumbre comercial vinculada a factores como la guerra comercial entre EEUU y China.
Hasta la semana pasada, la canciller Angela Merkel se había mostrado firme en mantener su regla de equilibrio presupuestario, una situación en la que se encuentran las cuentas del país desde 2014.
Pero ese compromiso grabado a fuego empezó a cuestionarse tras conocerse que el PIB se contrajo 0,1% el segundo trimestre, desencadenando una serie de llamados para que se aumente el gasto.
Es tanta la preocupación que ayer el banco central alemán, Bundesbank, advirtió que la economía podría seguir contrayéndose en los tres meses hasta septiembre, ante la caída de la producción industrial que volvería a registrar cifras negativas en el trimestre actual.
El debilitamiento se concentra también en las exportaciones, por el retroceso de la demanda exterior como consecuencia de las disputas internacionales y el Brexit.